jueves, 6 de febrero de 2014

Memorias de un artista Modernista...

"La raza española se caracteriza por la inmovilidad, las ganas de permanecer como está..." decía José Ortega y Gasset, sirviéndose como modelo del Enano Gregorio el Botero, célebre cuadro de mi buen amigo Ignacio Zuloága.  "El problema de España es un problema político..." decía el presidente Manuel Azaña. Todos hablaban y hablaban constantemente sobre los problemas que habían llevado a España a la triste decadencia en la que nos precipitábamos...   Pero nadie sabía decir exactamente cuál era la solución, cual era la clave para que el país y el ánimo de todos los españoles volviese a resurgir como antes del gran desastre del 98, antes de dejar de ser aquel gran imperio Español, antes de dejarnos humillar por el amenazante Estados Unidos...

Así llegó el siglo XX.  Y todo era un caos. Los sucesivos cambios políticos entre conservadores y liberales en el poder cada pocos meses,  hacían perder la cuenta de quien estaba al mando del país. La situación social y cultural era lamentable. La mayoría de la población, seguía siendo rural y pocos eran los que sabían leer y escribir... Pronto comenzaron las protestas laborales en las ciudades, donde  los primeros movimientos obreros y políticos salieron a las calles en forma de revueltas. Era una situación de gran inestabilidad. 

Si algo nos salvó fue el arte. Tal vez porque es precisamente ante la tristeza cuando más inspirados nos sentimos, con la decadencia española se dio una plenitud en el arte español. Especialmente en el País Vasco, Galicia y Cataluña, que cada vez revindicaban más su propia identidad separada de la decadente y estática España en ruinas... y buscaban avanzar. Y fue en el arte uno de los ámbitos en los que más se notó este ansia de regeneración. Apareció el Modernismo, como estilo, como actitud, como una nueva época...

Todos estábamos como locos por acabar con la tradición. En Cataluña se respiraba un aire diferente. Nos llegaban noticias de Londres, Paris... y aumentaban nuestras ganas de modernización. Incorporábamos todo lo nuevo que nos llegaba de las ciudades Europeas más cosmopolitas, huíamos de todo lo que fuese tradicionalista. Algunos artistas, incluso salieron del país para empaparse de todas las novedades que se cocían en las más que interesantes ciudades Europeas (el impresionismo, el Art Nouveau, el simbolismo...) No fue mi caso, debido a que siempre me faltó el valor para abandonar mi tierra, aunque no las ganas.

Así, todos los artistas catalanes, con el espíritu de la Reinaxença, comenzamos un arte que, incorporando las distintas corrientes culturales y artísticas que nos iban llegando de Europa- cada uno a nuestra propia manera- buscábamos encontrar la esencia de nuestra Cataluña, nuestra identidad nacional, nuestras propias tradiciones... una rama del modernismo conocida por el nombre de Noucentismo, en la que influyó mucho el escritor Eugenio D'Ors, que defendía que para la modernidad, era necesario volver al origen.

Ramón Casas, por ejemplo, comenzó en sus pinturas modernistas un proceso de simplificación, con la búsqueda del verismo, de la naturalidad de las personas... huyendo del anecdotismo y del exotismo de la pintura tradicional... fue una gran influencia para mi, que, admirado por sus maravillosos resultados, me atreví a innovar yo también. Yo, que a diferencia de él y de Nonell, Ruiseñor, Camarasa... nunca me atreví a marchar a Paris, estudiaba con admiración todas las técnicas que iban incorporando en sus obras, y en ocasiones les escribía cartas alabando sus pinturas y suplicando que me informaran de las novedades artísticas y culturales que llegaban a Francia, para poder inspirarme y poder pintar cosas tan modernas desde mi amada tierra Cataluña.
 De todos ellos aprendí algo: de Nonell, me admiró su capacidad de representar la degradación de una barraca catalana. De Ruiseñor, su gran naturalismo,  uso del color, sus paisajes... De Camarasa, ese toque expresionista que tenían sus pinturas, tan llenas de color...

Hoy, mirando atrás, pienso en los buenos tiempos que fueron aquellos, en los que, los artistas nos sentíamos responsables de la modernización de nuestra querida Cataluña, y eso era algo muy grande que nos movía a crear cosas hermosas. He de agradecer a todos aquellos artistas que colaboraron en este movimiento. No solo me quiero referir a los pintores, como los ya citados o otros como Baixeras o Alexandre de Riquer, aunque fueran con los que yo mantuviera más relación. También a escultores como Miquel Blai, Eusebi Arnau...o a los hermanos Gimona, uno pintor, Joan, y el otro, Giussepe, escultor, que realizaban un arte vinculado a la religión Católica, pero que a la vez, también contribuía a ensalzar a nuestra Cataluña... Siempre mantuve una relación muy cordial con todos ellos.



Y por todo esto, hoy puedo decir que me alegro de haber vivido la época que me tocó vivir en mi juventud: el reinado de Alfonso XIII, finales del siglo XIX, principios del XX... que, aunque fueran tiempos duros y deprimentes en muchos sentidos, como en el político y en el moral, sin embargo, en lo cultural, en lo artístico... - cosa que siempre ha sido y será lo más importante de la vida para mí, mi razón de existir...- fueron unos años maravillosos que estoy seguro que pasarán a la posteridad. Ya se comienza a hablar de que fue una segunda edad de Oro...  Recién salidos de una guerra civil, y yo me sigo acordando de aquellos años en que traíamos el modernismo a España...

Diciembre de 1940
Firmado,

un pintor anónimo.








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