miércoles, 5 de marzo de 2014

Joaquín Sorolla y Bastida




Hoy voy a escribir sobre este pintor, conocido por todo el mundo como "el pintor de la luz". Recientemente en clase de Arte Contemporáneo Español hemos estudiado su vida y obra, y para ello nos hemos apoyado viendo la película sobre su vida Cartas de Sorolla del director José Antonio Escrivá -excelentemente representada- y hemos visitado su casa-museo, que se encuentra en la calle Paseo de General Martinez Campos, Madrid. 
La verdad es que siempre me habían encantado sus pinturas, pero, conocer a fondo los detalles sobre su vida y sus obras, hace que te guste aún más, incluso que te llegue a apasionar. Sirve para entender qué era lo que le movía a pintar como pintaba, a ponerte un poco más en su piel. Por eso, me parece interesante dedicar esta entrada a Sorolla -pero no solo como pintor, sino también como persona- reconociéndolo a través de sus obras. 


Natural de su amada Valencia, sus cuadros más característicos son aquellos que hizo pintando durante horas en sus playas, en especial, su querida playa de la Malvarrosa.

Pudiendo haber elegido cualquier otro sitio de Europa-  como Paris, Roma... o en Estados Unidos, siempre prefirió Valencia por su luz.


Nacido en 1863, sus padres mueren cuando el tan solo tiene dos años, y es adoptado por su tía y su marido, cerrajero. Desde pequeño- como suele pasar con casi todos los genios de la pintura- ya se pasaba horas pintando. Así es como, años más tarde, decide financiarse la escuela de Bellas Artes y los materiales para pintar trabajando como iluminador, donde conoció a Clotilde, la que sería el  amor de su vida.                                                               


Criticado por la academia de Bellas artes por su estilo fuera del oficial (aunque todos reconociesen que tenía "algo") fue modificando su estilo inicial hacia la temática histórica y dramática del gusto de la academia. Cosechó algún éxito en Valencia, y fue destinado a Roma, donde aprendió del arte clásico y Renacentista. Pintó así en 1887 "El entierro de Cristo", que destrozó tras no recibir el éxito deseado en la Exposición Nacional de Bellas  Artes de Madrid. Un año más tarde, contrajo matrimonio con
Clotilde.
                                                               


Tras instalarse en Madrid, en cinco años comenzó por fin a ganar éxito y prestigio. Hacía 1900, comenzó a despuntar su estilo "luminista" del plein-aire, pintando escenas del mar Mediterráneo. Fue nombrado "hijo predilecto" de la academia de Bellas Artes de Valencia y recibió un importante premio en un certamen internacional de París. Comenzó así a hacer numerosos viajes por Europa... realizando exposiciones que aumentarían cada vez más su éxito internacional, hasta que, en 1909, cruzando el charco, expuso en Nueva York, con notorio éxito, repitiendo dos años después en Chicago. Ganó fama y fortuna, recibiendo numerosos encargos (incluso de La Casablanca) para realizar retratos.




Así fue como, en 1911 en firmó un contrato con la Hispanic Society of America, comprometiéndose a realizar catorce murales sobre la visión de las distintas regiones de España, para lo que Sorolla pasaría un año viajando por las diferentes provincias del país, realizando bocetos y trabajos, que terminaría finalmente en 1919. Por aquel entonces, ya en Valencia, Sorolla sufría dolores de cansancio por tanto pintar, pero, por más que su gente le aconsejara reposar, él no quería cesar de pintar para finalizar su encargo. Tras un ataque de hemiplejía en 1920, morirá en 1923.

De él nos queda el magnifico recuerdo de sus obras, de las que a continuación procederé a referirme. No debemos de olvidar, que entre ellas, también se encuentran los retratos de importantes figuras Españolas de la época, como el rey Alfonso XIII, su amigo Vicente Blasco Ibañez, Juan Ramón Jimenez, Ortega y Gasset...



Joaquin era un hombre dedicado a su familia y a la pintura, y esto se puede ver en sus obras: Muchas de estas tienen como modelos a sus hijos María, Joaquín y Elena, o a su mujer Clotilde, que se negaba a posar para él desnuda...

Pero si tuviéramos que nombrar a una protagonista principal de los cuadros de Sorolla, esta, sería sin duda, la luz.  "Cuanta más luz, más verdad. Y cuanta más verdad, más belleza" él mismo dijo esta frase. Ningún pintor ha sabido captar tan bien la luz como lo hacía Sorolla. Sus cuadros tienen una inexplicable luz mágica, bella, hipnotizadora... que hace que te sientas casi dentro del cuadro. Era un auténtico maestro que apenas ha tenido seguidores, pues sería muy difícil conseguir lo que él conseguía: la captación de la luz en un preciso instante, su                                                                                             descomposición en diferentes colores...      

                                                                       
Sorolla es impresionismo- por la captación de la luz- sin llegar a serlo pues no pintaba con manchas-  es realismo- sin caer en lo clásico...  Sorolla lo es todo y nada a la vez, porque tiene un estilo único, fácilmente reconocible y dificil de olvidar...

La pintura de Sorolla nos habla de su vida, de su pasión, de su familia, de su tierra... una tierra que es España, a la que me siento orgullosa de pertenecer al ver cuadros como los suyos, tan  llenos de vida y alegría, y orgullosa de que un artista como él nos represente.