domingo, 18 de mayo de 2014

"Siurana, el camino" de Joan Miró


Esta colorida obra del catalán Joan Miró, que se puede visitar en el Museo Reina Sofía de Madrid, data de 1917 y me encantó desde el momento en que la vi. Si me concediesen el deseo de escoger un cuadro del museo como regalo de cumpleaños, este sería el primero o de los primeros que me llevaría a casa. Me parece de lo más alegre, original, decorativo, mágico...  


Viéndolo, me entran al instante ganas de ir a ese magnífico lugar de ensueño, donde todo es felicidad, alegría, juego... Pues bien, esto es posible: Siruana existe realmente. Es un pueblecito situado en la parte baja de la Sierra de la Gritella, en Tarragona, España. Cuenta con un paisaje espectacular, con vistas al río de Siurana y su embalse. 


Ahora bien, observando una fotografía del paisaje real que plasmó Miró en su obra, me doy cuenta al instante de que realmente el mundo mágico y divertido que retrataba Miró, estaba solo en su imaginación.  Por desgracia no existen las montañas multicolores, con árboles de estrambóticas formas y miles de caminos serpenteantes en forma casi de laberinto... 

El paisaje real de Siruana, aparte de su innegable belleza, es un paisaje normal y corriente: con árboles verdes, zonas más o menos secas, más o menos curvas, y más o menos altas... un paisaje del planeta tierra.

¿Pero, por qué conformarse con lo banal, si Miró puede llevarnos a un mundo extraordinario? No hubiera tenido tanta gracia este cuadro, si el pintor catalán hubiese decidido plasmarlo de una manera totalmente realista, como tan bien visto estaba entre la academia en España a principios de siglo XX.
No todo el mundo se hubiese atrevido a pintar tan libremente un paisaje, cambiando tanto la formas y los colores reales como hacía Miró...  Y es que él era atrevido. Miró pintaba con la imaginación de un niño: algunos le llamaban fauvista, algunos decían que su pintura era torpe y que si pintaba así, era porque pasaba tanta hambre que le hacía tener alucinaciones...

Pero ¡que alegria que pintara así de colorido este paisaje! Cerrando los ojos, me imagino por un instante que realmente existe el multicolor camino en las montañas de Siruana... Sí, ya puedo verme allí, oliendo miles de fragancias diferentes, una por cada árbol de distinto color ... de sabrosos aromas y frutos.  Me encuentro tumbada en el césped de color verde savía, con los ojos aún cerrados, despertándome de una dulce siesta que me he dado a la sombra de un frondoso pino, después de haberme tomado un delicioso picnic para culminar la mañana de paseo.  Poco a poco, voy abriendo los ojos. Aún no doy crédito al volver a ver donde estoy. "Esto es el paraíso" es lo que pensé cuando llegué, como de casualidad, al mágico camino de Siruana. Estaba dando un paseo en coche por los alrededores de Tarragona, a donde había ido a pasar unos días para visitar a Artur, un viejo amigo de la familia. Al llegar a un pueblecito llamado "Siruana de Prades" decidí aparcar y bajarme del coche. Hacía un día glorioso y necesitaba estirar las piernas un poco, así que me puse a caminar por un camino rodeado de frondosos árboles. Estaba tan a gusto... algo me llamaba a seguir y seguir avanzando, cómo si hubiese un premio al final del camino. Tal vez eran los extraordinarias fragancias de los árboles multicolores que, al cabo de una hora, tras atravesar una cueva natural, descubrí maravillada. ¡Tenía que estar soñando! Un poco indecisa, observé todo a mi alrededor. No sabía si era real. Y si lo era, no sabía si  me estaba permitido a mí estar allí. No había nadie más que yo. Estaba sola rodeada de miles de árboles de tonos y frutos que no había visto jamás... Algo me incitaba a quedarme allí, se estaba en la gloria... aunque por otro, me daba respeto: pensaba que estaba alucinando. Así que, con mucho esfuerzo, conseguí dar media vuelta y deshacer el camino que había andado hasta llegar a ese paraíso...     Al llegar al coche, aún no sabía bien qué era lo que acababa de pasar. Arranqué y volví pitando a la casa de mi amigo, a media hora del misterioso pueblecito de Siruana.   No me atreví a comentarle nada a Artur de lo que había vivido esa mañana. Pero, por la noche, en la cama, no podía dormir pensando en que necesitaba volver para comprobar que realmente aquello había sucedido... Finalmente, caí en un profundo sueño, y cuando desperté por la mañana, le pregunté a Artur si le importaba que me preparase un picnic para irme a comer a la montaña. Naturalmente, él me dijo que por supuesto que no, y que sentía no acompañarme, pero que él ya estaba muy mayor para esas cosas... Aliviada, marché con el coche de nuevo hasta el mirador en donde había aparcado el día anterior, a la entrada del bonito pueblo... Fui avanzando por camino ya por mi transitado, con mi cesta del picnic colgándome del brazo, hasta llegar, con el corazón encogido, a la cueva pasadiza. Me armé de valor, y la traspasé, con los ojos cerrados. Temía que al abrirlos, descubriese un paisaje normal y corriente en vez del onírico espectáculo de color que había contemplado el día anterior. Tal vez alguien me había drogado...     Conté hasta tres y los abrí. Al principio, borroso, luego ya más nítido del todo: el paraíso que había descubierto hacía veinticuatro horas, seguía allí. ¡No me lo podía creer! ¡Estaba feliz! Eché a correr camino adentro, como una niña con zapatos nuevos. En cada esquina, me iba parando a contemplar la naturaleza surrealista en la que me encontraba. Árboles frutales por mí jamas vistos, césped de todas las tonalidades posibles de verde, frondoso y lleno de amapolas... Colinas con tonos rosados, incluso malvas ¡Quería conocerlas todas!
Así, pasé un día mágico, yo sola rodeada de toda esa naturaleza de ensueño, probando frutas de sabores que no había conocido en la vida... Cuando tuve que volver a casa, ya quería regresar...  Decidí que lo mantendría en secreto. Sabía, que si había llegado hasta allí, había sido un regalo del destino y que no se le concedía a cualquiera...Desgraciadamente, al día siguiente, ya me tocaba volver a mi ciudad. Me despedí de Artur dandole las gracias por la maravillosa semana en su casa que había pasado, y le prometí regresar al año siguiente.  Y por ello, estoy hoy aquí, tumbada en el mágico camino de Siruana, un año después desde que lo descubrí. Recién despertada de la siesta bajo un pino, aun sigo dando las gracias, a quien sea o a lo que fuera, que me llevó a este lugar secreto....

Bueno, después de todo este párrafo... así es como me imagino yo al ver este magnifico cuadro de Miró, uno de mis pintores favoritos. "Siruana, el Camino" me teletransporta a ese paisaje mágico de ensueño, en el que todo es paz y felicidad, con exóticos sabores, olores y sonidos...  ¡Ojalá se pudiese vivir esa experiencia de verdad!

sábado, 17 de mayo de 2014

El misterio Picasso

Para todos aquellos que hayáis visto la película/documental Le mystère Picasso, de Henri Georges Clouzot, como para los que no, voy a dedicar esta entrada a una de las muchas obras que crea Picasso durante el largometraje. Se llama Playa de la Garoupe. Elijo esta porque me parece muy divertida e inspiradora, aunque en realidad, podría haber escogido cualquier otra, porque son todas estupendas.

Voy a realizar un ejercicio de imaginación, porque, las obras de Picasso, tan variopintas y originales, me resultan, como dice el nombre de la película, un misterio para mi... ¿de dónde  saldrían esos personajes que pintaba en sus cuadros, además, con tanta improvisación? ¿en qué lugar de su mente se encontrarían las pequeñas figuras, cada cual más graciosa y diferente a las otras? Qué querría decir  exactamente con ellas, y quiénes eran... es todo un misterio, pero, yo voy a intentar recrear una posible historia del origen de cada personaje en este cuadro.

Empecemos por el personaje de la izquierda, y terminemos por el de la derecha:

Un hombre en bañador (o calzoncillos, nunca se sabe) observa el panorama, de brazos cruzados desde la puerta de su casa-  que yo, me la imagino en primera línea de playa en la Garoupe.- Parece pensativo, pero, ¿quién sabe realmente lo que piensa? Podría estar pensando en el bonito día que hace, en las olas del mar que hoy están ajetreadas, puede estar pensando en su mujer o su amante, que tal vez está ahora mismo dándose un baño en el mar... o, puede que no esté pensando absolutamente en nada, como muchas veces ocurre al observar algo tan bonito, que te hace olvidar  todo lo demás...  No sabemos como se llama, pero, vamos a llamarle, para recordarle, por ejemplo, Pedro.

Más abajo, difuminado entre trazos verdes, morados, rosas y naranjas,  divisamos a otro hombre en bañador ¡Que calor debe de hacer! Tanto, que este no se ha resistido, y se está tirando ya al agua de cabeza, ¡esperemos que caiga bien...! A este nadador, podríamos llamarle, para irle conociendo, Pepe. 

A la derecha, por la orilla, camina Roberto, con algo bajo el brazo. Parece una toalla, aunque también podría ser una pelota.  Por su postura, con el brazo libre hacia adelante, decidido, parece que anda apresurado... seguramente sea el típico deportista que le gusta ir a ritmo rápido de una punta a la otra de la playa (en todas las playas se encuentra a alguno de estos) Pero en realidad, Roberto puede que vaya a alguna parte, puede que alguien le esté esperando al final del camino...

¡Cómo si fuera fácil no verles! Por ahí vienen agarrados, la mujer pechugona y el culturista barbudo... Son famosos allí en Garoupe... siempre puedes verles de la mano o abrazados, muy acaramelados... rondarán los treinta, pero parecen unos adolescentes enamorados por primera vez... ríen, juegan con la arena y las olas, se besan, discuten, gritan... son todo un espectáculo, casi como una telenovela. Además, lo bueno es que puedes verles casi a diario, así que no te pierdes ningún capítulo de su tragicomedia amorosa. Llamémosles, Calisto y Melibea. Aunque también podrían ser Don Andrés de Alcazar y Doña Lupita Ferreira...  No sabemos exactamente en que situación amorosa se encuentran hoy, pero por lo agarraditos que caminan, parece que los humos están despejados...


Atravesado por una especie de pararrayos (nunca viene mal las precauciones, sobre todo en una playa tan concurrida como esta) vemos a Peter el Aventurero, todo de blanco sobre el intenso azul del mar, haciendo Kitesurf -este deporte que está tan de moda, en el que va la gente montada en una tabla, impulsados por una cometa... - puede resultar un poco peligroso ¡se avanza rapidísimo! sobretodo los días de viento como el que parece hacer hoy... Menos mal que está Valentino, el guapo vigilante de la playa, al acecho, con su redondo rostro vigilante -casi en el centro del cuadro... - Pasa ahí horas y horas, pero lo cierto es que nunca se aburre: en esa playa siempre pasa algo, y él es un buen observador... Hombre de pocas palabras pero mirada llamativa y profunda... No pasa desapercibido por las jovencitas, que intentan llamar su atención en la playa, tomando el sol bajo su puesto de vigilancia, dirigiéndole tímidas sonrisas, miraditas y silbidos... ¡aunque sin muchos resultados...! Valentino es un joven muy misterioso. Ha salvado muchas vidas todos los veranos, todo el mundo sabe quién es y le están muy agradecidos por su estupendo trabajo, pero nadie sabe cómo es él realmente, cómo es su vida aparte de los veranos en los que trabaja en la playa, cuál es el oscuro pasado, que, a veces, parece esconder tras ese rostro tan bello pero serio....

Para ilustrar a las busconas señoritas que intentaban llamar la atención de Valentino, allí tenemos a Sandra, tumbada sobre la arena, a los pies del puesto de vigilancia (podemos verle justo debajo del socorrista en el cuadro, con un bikini de color azul) Con una postura muy estudiada, se broncea durante horas y horas cada día, mientras que observa con anhelo y esperanza al joven socorrista, maquinando e imaginando la situación perfecta en la que ella se marearía por el calor y él bajaría a rescatarla... (y con un poco de suerte, ¡hasta le haría el boca a boca!)

Abajo del todo, por la derecha de Sandra, aparecen las mesitas de la terraza del bar-restaurante La Pesquería de la Garoupe, mítico del lugar, cuyo dueño, Jose Frías, estuvo casado en París con una famosa bailarina de ballet, muy amiga de la famosa Olga Khokhlova (¡qué casualidad para nuestro amigo Picasso!)  Estupendo lugar para tomarse un tentempié y una bebida para refrescarse a lo largo  de la jornada playera... Incluso los hay, que se permiten el lujo de comer allí (tienen unos pescaditos  frescos riquísimos)

También los hay que prefieren ser ahorradores, y ya que van a la playa, aprovechan para llevarse unos bocadillos para la comida, como adivino que es el caso de la madre y el hijo que regresan de la mano, tras darse un baño, hacia su sombrilla... ¡qué divertidos son los días familiares con picnic!


Y, por último, pero no menos importantes (sí, importantes en plural, porque me da la sensación de que las dos últimas figuras tienen una historia aparejada...) se encuentran Margarita y Joaquin.  Representados en una esquina de la composición, creo, por alguna razón. Se trata de una historia importante... ¿por qué sino iba Picasso a molestarse por darles una situación tan privilegiada dentro del cuadro?  Ella tan enorme, y el tan alargado y sugerente...Además, se encuentran como separados del resto de los personajes por lo que parece un poste de electricidad (por las cables que lleva a ambos lados.. ) 

Margarita es elegante: no solo en su manera de sentarse, esa postura tan "casual", ni por su original sombrero importado de Milán... Sino porque su tono de piel, resalta sobre el resto. Picasso la quiso pintar de color verde. Sin duda, se trataba de una chica especial, diferente al resto. Parece tan independiente... creo que por eso Joaquin, la misteriosa figura alargada del extremo derecho, la observa embelesado... yo creo que la admira, pero no se atreve a acercarse a ella. La lleva acechando desde hace tiempo... 
Como al resto de los personajes, a la figura de la derecha la hemos puesto un nombre aleatoriamente: Joaquin. Pero a mi, al fin y al cabo después de contar toda esta historia... me da la sensación de que el hombrecillo apodado por mi Joaquin, se trataba en realidad -representado de manera anónima y camuflada (todo de negro, sin casi forma) - del mismísimo Picasso. Algo me dice que el pintor se quiso retratar, observando a la mujer que tanto deseaba conocer desde hacía tiempo, pero a la que no se animaba a acercar... Apodada también aleatoriamente Margarita, pero su nombre real, no lo podemos saber...



Cómo tampoco podemos saber si esta historia inventada se acercaría  a la realidad que pintó Picasso...o no...!! Al igual que la historia la he querido escribir de esta manera, podría haber sido de cualquier otra forma...seguramente, a cada persona se le ocurra una diferente: es lo que tiene el maravilloso poder de la imaginación. Y todo gracias a la divertida oportunidad para imaginar que nos brinda Pablo Picasso con cada uno de sus cuadros. 






martes, 8 de abril de 2014

¡NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA: HAN ROBADO EL GUERNICA ! (artículo ficticio)

LA DESAPARICIÓN DEL CUADRO GUERNICA DE PICASSO, HA REVOLUCIONADO AL PAÍS

LOS LADRONES CONSIGUIERON BURLAR LA SEGURIDAD DEL MUSEO REINA SOFÍA, LA NOCHE DEL 6 DE ABRIL, Y NO HAN DEJADO RASTRO

7 de Abril de 2014, Madrid. Alejandra López de la Osa


6.00 am del día 6 de Abril, Juan Luís Ibañez y Eulalio Rodriguez, vigilantes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, paseaban por los pabellones del recinto, en su habitual actividad, cuando, se dieron cuenta de que la enorme pared en la que colgaba el emblemático cuadro de Guernica, de Pablo Picasso, estaba vacía. Al principio, no daban crédito a lo que veían sus ojos.  Dieron rápidamente la alarma a la policía, y en cuestión de minutos, estaba montado en el museo un gran desparrame de policías e investigadores buscando por cada rincón del recinto, así como en su patio exterior y alrededores.  No encontraron nada, ni rastro del cuadro.

"Nadie sabe como ha podido ocurrir" nerviosos, los vigilantes tenían dificultad para hablar. Nunca se habían enfrentado a una situación así, poniendo en entredicho su labor como guardianes de las obras del museo.  Y tampoco nunca antes se había conseguido burlar la seguridad del museo del Reina Sofía, inaugurado en 1990, como museo oficial de arte moderno y contemporáneo de España, colocándose  el tercero de arte Contemporáneo más visitado a nivel internacional, detrás del Pompidou de Paris y el Moma de Nueva York. 


El cuadro robado, pintado por el célebre pintor malagueño Pablo Picasso en los meses de Mayo y Junio de 1937, con el fin de representar los horrores de la Guerra Civil Española en la Exposición Internacional de Paris, 1937, realizado a la petición del gobierno de la República Española, se trata de una de las obras más importantes del S.XX, y sin duda, la principal atracción del Centro de Arte Reina Sofía. Su valor es incalculable. Por ello, dos vigilantes y numerosas cámaras se encargaban de su custodia por las noches, pero no fueron suficientes para impedir su misterioso robo:

Las cámaras de seguridad, casualmente, dejaron de funcionar de 4-50 am a las 5-30 am, por lo que no existen grabaciones de lo que ocurrió durante ese tiempo, en el que, todo apunta, se debió de  cometer el robo. Jose Luis Arrieta, vigilante responsable de las pantallas de seguridad, cayó en un profundo sueño durante dos largas horas, a causa, seguramente (se están realizando aún las pruebas) de un envenenamiento involuntario con somníferos.

¿Qué paso exactamente durante aquellos 40 minutos sin grabaciones? ¿los vigilantes, dónde estaban y qué hacían? Todo es muy sospechoso, el hecho de que ninguno de los hombres de seguridad que protegían el interior y exterior del edificio, ni viesen ni oyesen a nadie entrar ni llevarse el cuadro (que, con sus dimensiones de 7,50 x 7,80 m no debería pasar desapercibido precisamente) Por ello, todos ellos han sido trasladados a la comisaría de la policía para ser interrogados sobre los hechos.

En el caso de que los guardias de seguridad no estuviesen implicados en el robo, los responsables de este (tuvieron que ser un grupo de varias personas, para poder llevar a cabo tal complicada operación) debían de conocer a la perfección las distintas medidas de seguridad del museo, para poder haber inutilizado las cámaras con tal facilidad y haber esquivado a los guardias en su recorrido. Expertos, rápidos y eficaces.


Se piensa que la supuesta salida del museo con el cuadro, debió de tener lugar por el edificio Nouvel (resultado de la ampliación del recinto, realizada en 2005) ya que cuenta con una explanada mucho más fácil de atravesar que las numerosas escaleras de entrada al edificio Savatini (el original, que antes era el antiguo Hospital San Carlos) 

¿Cómo se las ingeniarían para cargar con el enorme lienzo y marcharse con él? Seguramente contasen con el equipo necesario para ello. Un gran camión fue requerido sin duda para su transporte.


Este incidente, ha resultado extraño y conmovedor nacional e internacionalmente, por tratarse del cuadro del que se trataba, uno de los más conocidos de Pablo Picasso, y por las extrañas circunstancias del robo y la falta de pruebas y evidencias claras. Sin embargo, debemos recordar, que no es el primer robo de obras ocurrido en los últimos años.  Concretamente, los cuadros de Picasso, han sido objeto de muchas sustracciones en los últimos diez años



-En Mayo de 2004, la obra de Picasso "Nature morse a la charlotte", desapareció del centro Pombidou de París, apareciendo un año después entre cartones en un local de la periferia de la ciudad.

-En Febrero de 2006, "La danza", de Picasso fue sustraída del museo "Casa de Campo del cielo", en Río de Janeiro (Brasil) junto con "Marine", de Monet, y "Jardín de Luxemburgo", de Matisse y "los dos balcones" de Dalí 

-En Diciembre de 2007, robaron del Museo de Arte de Sao Paulo (Brasil) "El retrato de Sauzanne Bloch", de Picasso, y "El Labrador de Café" de Cándido Portinari, valoradas en 38,29 millones de euros, que fueron recuperadas el 8 de enero de 2008. 

-En Febrero de 2008, robaron "Tête de cheval" (1962) y "Verre et pichet" (1944), dos cuadros de Picasso valorados en varios millones de euros, en el centro cultural de Pfaffikon, en el cantón de Schwyz (Suiza). 
-En Junio de 2008 tres asaltantes robaron en el espacio "Estación Pinacoteca de Sao Paulo" (Brasil) los grabados de Picasso "El pintor y la modelo" (1963) y "Minotauro, bebedor y mujeres", que fueron encontrados dos meses después. 
-En Junio de 2009 robaron un cuaderno con 33 dibujos de Pablo Picasso, en el Museo Picasso de Paris. 

-En Mayo de 2010, en el Museo de arte moderno de París, se robaron, entre otras, "Le pigeon aux petits pois" de Picasso, y "La pastorale" de Henri Matisse




Interesante es destacar, que, paradójicamente, el propio Pablo Picasso, fue declarado sospechoso (junto con su amigo Guillaume Apollinaire, célebre poeta francés) del robo de la Gioconda del museo del Louvre de Paris, en Agosto de 1911, seguramente el robo de este tipo más espectacular y sonado de la historia.  Sin embargo, la Mona Lisa apareció, dos años después en Florencia. Esta historia inspiró la película La Banda Picasso (2012) de Fernando Colomo








miércoles, 5 de marzo de 2014

Joaquín Sorolla y Bastida




Hoy voy a escribir sobre este pintor, conocido por todo el mundo como "el pintor de la luz". Recientemente en clase de Arte Contemporáneo Español hemos estudiado su vida y obra, y para ello nos hemos apoyado viendo la película sobre su vida Cartas de Sorolla del director José Antonio Escrivá -excelentemente representada- y hemos visitado su casa-museo, que se encuentra en la calle Paseo de General Martinez Campos, Madrid. 
La verdad es que siempre me habían encantado sus pinturas, pero, conocer a fondo los detalles sobre su vida y sus obras, hace que te guste aún más, incluso que te llegue a apasionar. Sirve para entender qué era lo que le movía a pintar como pintaba, a ponerte un poco más en su piel. Por eso, me parece interesante dedicar esta entrada a Sorolla -pero no solo como pintor, sino también como persona- reconociéndolo a través de sus obras. 


Natural de su amada Valencia, sus cuadros más característicos son aquellos que hizo pintando durante horas en sus playas, en especial, su querida playa de la Malvarrosa.

Pudiendo haber elegido cualquier otro sitio de Europa-  como Paris, Roma... o en Estados Unidos, siempre prefirió Valencia por su luz.


Nacido en 1863, sus padres mueren cuando el tan solo tiene dos años, y es adoptado por su tía y su marido, cerrajero. Desde pequeño- como suele pasar con casi todos los genios de la pintura- ya se pasaba horas pintando. Así es como, años más tarde, decide financiarse la escuela de Bellas Artes y los materiales para pintar trabajando como iluminador, donde conoció a Clotilde, la que sería el  amor de su vida.                                                               


Criticado por la academia de Bellas artes por su estilo fuera del oficial (aunque todos reconociesen que tenía "algo") fue modificando su estilo inicial hacia la temática histórica y dramática del gusto de la academia. Cosechó algún éxito en Valencia, y fue destinado a Roma, donde aprendió del arte clásico y Renacentista. Pintó así en 1887 "El entierro de Cristo", que destrozó tras no recibir el éxito deseado en la Exposición Nacional de Bellas  Artes de Madrid. Un año más tarde, contrajo matrimonio con
Clotilde.
                                                               


Tras instalarse en Madrid, en cinco años comenzó por fin a ganar éxito y prestigio. Hacía 1900, comenzó a despuntar su estilo "luminista" del plein-aire, pintando escenas del mar Mediterráneo. Fue nombrado "hijo predilecto" de la academia de Bellas Artes de Valencia y recibió un importante premio en un certamen internacional de París. Comenzó así a hacer numerosos viajes por Europa... realizando exposiciones que aumentarían cada vez más su éxito internacional, hasta que, en 1909, cruzando el charco, expuso en Nueva York, con notorio éxito, repitiendo dos años después en Chicago. Ganó fama y fortuna, recibiendo numerosos encargos (incluso de La Casablanca) para realizar retratos.




Así fue como, en 1911 en firmó un contrato con la Hispanic Society of America, comprometiéndose a realizar catorce murales sobre la visión de las distintas regiones de España, para lo que Sorolla pasaría un año viajando por las diferentes provincias del país, realizando bocetos y trabajos, que terminaría finalmente en 1919. Por aquel entonces, ya en Valencia, Sorolla sufría dolores de cansancio por tanto pintar, pero, por más que su gente le aconsejara reposar, él no quería cesar de pintar para finalizar su encargo. Tras un ataque de hemiplejía en 1920, morirá en 1923.

De él nos queda el magnifico recuerdo de sus obras, de las que a continuación procederé a referirme. No debemos de olvidar, que entre ellas, también se encuentran los retratos de importantes figuras Españolas de la época, como el rey Alfonso XIII, su amigo Vicente Blasco Ibañez, Juan Ramón Jimenez, Ortega y Gasset...



Joaquin era un hombre dedicado a su familia y a la pintura, y esto se puede ver en sus obras: Muchas de estas tienen como modelos a sus hijos María, Joaquín y Elena, o a su mujer Clotilde, que se negaba a posar para él desnuda...

Pero si tuviéramos que nombrar a una protagonista principal de los cuadros de Sorolla, esta, sería sin duda, la luz.  "Cuanta más luz, más verdad. Y cuanta más verdad, más belleza" él mismo dijo esta frase. Ningún pintor ha sabido captar tan bien la luz como lo hacía Sorolla. Sus cuadros tienen una inexplicable luz mágica, bella, hipnotizadora... que hace que te sientas casi dentro del cuadro. Era un auténtico maestro que apenas ha tenido seguidores, pues sería muy difícil conseguir lo que él conseguía: la captación de la luz en un preciso instante, su                                                                                             descomposición en diferentes colores...      

                                                                       
Sorolla es impresionismo- por la captación de la luz- sin llegar a serlo pues no pintaba con manchas-  es realismo- sin caer en lo clásico...  Sorolla lo es todo y nada a la vez, porque tiene un estilo único, fácilmente reconocible y dificil de olvidar...

La pintura de Sorolla nos habla de su vida, de su pasión, de su familia, de su tierra... una tierra que es España, a la que me siento orgullosa de pertenecer al ver cuadros como los suyos, tan  llenos de vida y alegría, y orgullosa de que un artista como él nos represente.                                                                              







martes, 25 de febrero de 2014

"Dues nenes" de Emili Grau Sala (Historia ficticia)

        Les dues nenes estaban asustadas. No entendían bien quien era yo y qué hacía con mis largos pinceles y mis pinturas de un lado para otro mientras les pedía que se quedaran quietas.

Poco a poco fui ganándome su confianza. La pequeña me miraba con ojos traviesos deseando decirme alguna palabra que, por vergüenza no le salía, mientras que la mayor me echaba sonrisas de aprobación de vez en cuando. Bajo sus prendas de princesitas y su aspecto de ingenuidad, se escondía un pasado demasiado arduo de asimilar incluso para mí, que era ajeno a aquella familia a la que no le sonreía la fortuna. 

Supe que quería retratarlas nada más conocerlas. Conocía su historia, era muy sonada en el pueblo de mi mujer, pero les tenía en mente más como una leyenda popular, en vez de como las dos niñas de carne y hueso que tenía enfrente, que habían vivido a sus escasos años de edad más  sufrimientos y misteriosas historias que yo en toda mi vida.   

   La oportunidad vino a mi cuando un día de viento y nubes grises en la playa, como suele ocurrir en las zonas del norte, nuestra sombrilla se voló y dio a parar a la de ellas, acompañadas de su nana, una señora mayor que había estado presente en todas las desgracias familiares, y nunca les había abandonado. Iba al lado de las dos niñas casi todas las horas del día, les protegía con gran desempeño de cualquier atisbo de peligro (desde el vuelo de una mosca, hasta de las miradas de cualquier desconocido...), casi parecía que quisiera protegerles del mundo. Al toparme con ella, instantáneamente me rogó, chillando desesperada, que me largara con mi sombrilla lejos de ellas, que había estado a punto de matar a sus pequeñas. Me pareció tan desagradable y exagerada su reacción que, sin mediar palabra comencé a retroceder, hasta que me fijé en quienes estaban allí: las pequeñas huérfanas de Portbou. Entonces lo entendí. Me retiré cuidadosamente dedicando a aquella señora una amarga sonrisa, y se me quitaron las ganas de seguir en la playa. Me volví a casa caminando lento, sin poder parar de pensar en aquellas miradas tristes de las huérfanas jugando en la playa con los castillos de arena, como cualquier otro niño de su edad, pero con unas circunstancias muy distintas...

Y me seguí acordando de ellas toda la semana. Algo dentro de mí no estaba a gusto desde aquel encontronazo en la playa. Sentía la necesidad de ayudar a aquella familia desmoronada tras la súbita y misteriosa muerte del padre, la madre, los tíos y los abuelos de las niñas... de acercarme a aquella casa a la que nadie había osado a llamar después del accidente.  Las únicos supervivientes, las dos pequeñas hermanas y su nana, permanecían en la casa casi todo el tiempo, alejadas del mundo exterior, de los habitantes del pueblo... raras ocasiones eran en las que salían fuera, pocas veces se les había visto el rostro. Y yo, casualmente, había tenido un frente a frente con ellas.  Y había supuesto una experiencia estética para mí. Ya no podía olvidar a aquellas niñas, su mirada perdida...   todo aquello me parecía como una señal, tenía que seguirla.

Me quedaban tan solo cinco días en el pueblo, después yo y mi mujer Ángeles, marcharíamos a pintar a París. Una mañana decidí seguir mis instintos y me armé de valor para acercarme a la sombría casa olvidada de las huérfanas- hacía años, centro social del pueblo, con los lujosos banquetes y reuniones culturales que organizaban asiduamente la familia-. Ahora, la señorial mansión parecía casi abandonada.  Tiré de la campana casi oxidada que estaba en la puerta para hacer notar mi llegada. Al instante me arrepentí pero, cuando me disponía a dar media vuelta pensando que mi visita había sido una locura, dos vocecitas me saludaron alegres desde una ventana de la casa. Pude ver sus rostros desde la distancia, les dues nenes estaban contentas de ver a alguien en su puerta. Les dirigí una amigable sonrisa y decidí quedarme. Esperé allí, hasta que por fin la puerta de la casa se abrió y apareció la anciana nana de la playa, mirándome con cara de sorpresa y desconcierto. Noté también un ligero ápice de alegría en su rostro. Me dio la impresión de que era la primera vez que alguien iba a verlas.

Al entrar en la casa, las pequeñas huérfanas llegaron tímidas, bajando por las escaleras, escondiéndose una detrás de la otra. Lo primero que hice fue estrecharles la mano una a una y presentarme como Emili Grau, pintor y contador de historias. Me disculpé ante la nana por el incidente de la sombrilla aquel día en la playa. La nana me dio sus disculpas también por su reacción exagerada, y me confesó saber quien era yo, y su admiración por mis pinturas y las de mi mujer. Me sorprendió la amabilidad y sinceridad que se escondía tras la oscura fachada de aquella señora, siempre a la defensiva y sobre protegiendo a las niñas. Entendí con las pocas palabras que intercambié con ella, que le constaba abrirse a los escasos desconocidos que se acercaban a ellas, ya que en general nadie lo hacía sino para mirarles con recelo y miedo o para compadecerse de su desgracia, cosa de lo que evitaba exponer a las niñas, pues quería que creciesen felices sin recordar constantemente que ellas no eran unas niñas normales, que ellas estaban solas en el mundo. Sentí que conmigo era diferente, que de mi se fiaba. Le dije que yo no estaba allí para compadecerme de ellas, sino, todo lo contrario. Quería ser su amigo. Algo en ellas me había conmovido, y las quería conocer más a fondo.

Así fue como, en esos cinco días que me quedaban en el pueblo, pasé la mayoría de las horas del día charlando con la nana y jugando con las niñas, y en los descansos, pintándolas en aquel sillón rosado en el que, juntas, se sentaban y posaban contentas y aun desconcertadas de tener un nuevo amigo.
El quinto día llegó y tenía que marcharme. Prometí volver a verlas, y les dejé, como símbolo de mi amistad, el retrato que les había hecho.

Los años siguientes en las que las visité, les dues nenes, estaban mucho más alegres y vivaces, e incluso habían hecho nuevos amigos en el pueblo. Años más tarde, ya convertidas en bellas muchachitas, me confesarían lo importante que fui yo para ellas y su apertura al mundo y al arte aquel verano.





jueves, 6 de febrero de 2014

Memorias de un artista Modernista...

"La raza española se caracteriza por la inmovilidad, las ganas de permanecer como está..." decía José Ortega y Gasset, sirviéndose como modelo del Enano Gregorio el Botero, célebre cuadro de mi buen amigo Ignacio Zuloága.  "El problema de España es un problema político..." decía el presidente Manuel Azaña. Todos hablaban y hablaban constantemente sobre los problemas que habían llevado a España a la triste decadencia en la que nos precipitábamos...   Pero nadie sabía decir exactamente cuál era la solución, cual era la clave para que el país y el ánimo de todos los españoles volviese a resurgir como antes del gran desastre del 98, antes de dejar de ser aquel gran imperio Español, antes de dejarnos humillar por el amenazante Estados Unidos...

Así llegó el siglo XX.  Y todo era un caos. Los sucesivos cambios políticos entre conservadores y liberales en el poder cada pocos meses,  hacían perder la cuenta de quien estaba al mando del país. La situación social y cultural era lamentable. La mayoría de la población, seguía siendo rural y pocos eran los que sabían leer y escribir... Pronto comenzaron las protestas laborales en las ciudades, donde  los primeros movimientos obreros y políticos salieron a las calles en forma de revueltas. Era una situación de gran inestabilidad. 

Si algo nos salvó fue el arte. Tal vez porque es precisamente ante la tristeza cuando más inspirados nos sentimos, con la decadencia española se dio una plenitud en el arte español. Especialmente en el País Vasco, Galicia y Cataluña, que cada vez revindicaban más su propia identidad separada de la decadente y estática España en ruinas... y buscaban avanzar. Y fue en el arte uno de los ámbitos en los que más se notó este ansia de regeneración. Apareció el Modernismo, como estilo, como actitud, como una nueva época...

Todos estábamos como locos por acabar con la tradición. En Cataluña se respiraba un aire diferente. Nos llegaban noticias de Londres, Paris... y aumentaban nuestras ganas de modernización. Incorporábamos todo lo nuevo que nos llegaba de las ciudades Europeas más cosmopolitas, huíamos de todo lo que fuese tradicionalista. Algunos artistas, incluso salieron del país para empaparse de todas las novedades que se cocían en las más que interesantes ciudades Europeas (el impresionismo, el Art Nouveau, el simbolismo...) No fue mi caso, debido a que siempre me faltó el valor para abandonar mi tierra, aunque no las ganas.

Así, todos los artistas catalanes, con el espíritu de la Reinaxença, comenzamos un arte que, incorporando las distintas corrientes culturales y artísticas que nos iban llegando de Europa- cada uno a nuestra propia manera- buscábamos encontrar la esencia de nuestra Cataluña, nuestra identidad nacional, nuestras propias tradiciones... una rama del modernismo conocida por el nombre de Noucentismo, en la que influyó mucho el escritor Eugenio D'Ors, que defendía que para la modernidad, era necesario volver al origen.

Ramón Casas, por ejemplo, comenzó en sus pinturas modernistas un proceso de simplificación, con la búsqueda del verismo, de la naturalidad de las personas... huyendo del anecdotismo y del exotismo de la pintura tradicional... fue una gran influencia para mi, que, admirado por sus maravillosos resultados, me atreví a innovar yo también. Yo, que a diferencia de él y de Nonell, Ruiseñor, Camarasa... nunca me atreví a marchar a Paris, estudiaba con admiración todas las técnicas que iban incorporando en sus obras, y en ocasiones les escribía cartas alabando sus pinturas y suplicando que me informaran de las novedades artísticas y culturales que llegaban a Francia, para poder inspirarme y poder pintar cosas tan modernas desde mi amada tierra Cataluña.
 De todos ellos aprendí algo: de Nonell, me admiró su capacidad de representar la degradación de una barraca catalana. De Ruiseñor, su gran naturalismo,  uso del color, sus paisajes... De Camarasa, ese toque expresionista que tenían sus pinturas, tan llenas de color...

Hoy, mirando atrás, pienso en los buenos tiempos que fueron aquellos, en los que, los artistas nos sentíamos responsables de la modernización de nuestra querida Cataluña, y eso era algo muy grande que nos movía a crear cosas hermosas. He de agradecer a todos aquellos artistas que colaboraron en este movimiento. No solo me quiero referir a los pintores, como los ya citados o otros como Baixeras o Alexandre de Riquer, aunque fueran con los que yo mantuviera más relación. También a escultores como Miquel Blai, Eusebi Arnau...o a los hermanos Gimona, uno pintor, Joan, y el otro, Giussepe, escultor, que realizaban un arte vinculado a la religión Católica, pero que a la vez, también contribuía a ensalzar a nuestra Cataluña... Siempre mantuve una relación muy cordial con todos ellos.



Y por todo esto, hoy puedo decir que me alegro de haber vivido la época que me tocó vivir en mi juventud: el reinado de Alfonso XIII, finales del siglo XIX, principios del XX... que, aunque fueran tiempos duros y deprimentes en muchos sentidos, como en el político y en el moral, sin embargo, en lo cultural, en lo artístico... - cosa que siempre ha sido y será lo más importante de la vida para mí, mi razón de existir...- fueron unos años maravillosos que estoy seguro que pasarán a la posteridad. Ya se comienza a hablar de que fue una segunda edad de Oro...  Recién salidos de una guerra civil, y yo me sigo acordando de aquellos años en que traíamos el modernismo a España...

Diciembre de 1940
Firmado,

un pintor anónimo.